Entre las dificultades que pueden presentar los niños en su aprendizaje se encuentran los Trastornos Específicos del Aprendizaje, un conjunto de alteraciones que pueden afectar la manera en que los niños aprenden.
Como respuesta a estas alteraciones surge la terapia de Aprendizaje, la cual comprende la puesta en ejecución de un conjunto de actividades lúdico-didácticas con el fin de estimular el desarrollo de las habilidades básicas necesarias para el aprendizaje escolar: atención, memoria, lenguaje, entre otras.
Todo proceso de Terapia de Aprendizaje debe partir de una evaluación que permita identificar las necesidades específicas del niño a tratar, esto permitirá que las actividades programadas conduzcan a recuperar las áreas verdaderamente afectadas en el alumno.
Para ser efectivo, todo proceso de Terapia de Aprendizaje debe cumplir con tres principios básicos: oportunidad, frecuencia y variedad.
- Principio de Oportunidad, este se refiere a la necesidad de iniciar la terapia lo más pronto posible una vez se haya identificado la necesidad de esta. Por lo regular, los procesos de terapia de aprendizaje son más efectivos en niños entre 7 y 12 años, por lo que no retrasar este proceso ayudará a alcanzar los objetivos propuestos.
- Principio de Frecuencia, este hace referencia a la necesidad de realizar los ejercicios de forma regular, preferiblemente entre 4 a 5 veces por semana y procurando realizar las actividades de forma progresiva, esto es comenzar con ejercicios relativamente simples e ir pasando hacia ejercicios cada vez más complejos, siempre en la medida en que el niño demuestre los progresos esperados.
- Principio de Variedad, de acuerdo a este principio debemos estimular las funciones que intervienen en el aprendizaje por medio de ejercicios variados, por lo que cada sesión de terapia contendrá diversos ejercicios que estén encaminados a un mismo fin, la estimulación de áreas específicas del desarrollo.
Si bien la TA suele partir de la identificación y diagnóstico de una patología específica del aprendizaje que suele afectar la lectura, la escritura o la aritmética, los ejercicios de recuperación en la mayoría de los casos suelen impactar positivamente varias de las áreas afectadas, lo que suele concebirse como un elemento favorecedor del proceso de recuperación.
El éxito de un proceso de Terapia de Aprendizaje dependerá no sólo de la oportuna realización de los ejercicios programados, sino, además del clima afectivo que pueda desarrollarse entre el Terapista y el alumno, así como de las mejoras que puedan lograrse en relación afectiva entre el alumno y sus padres o tutores.
José Manuel Ortiz
Psicólogo Clínico
Terapista de Aprendizaje